25 de septiembre de 2025

Breve manifiesto contra el rearme

La presidenta de la Comisión Europea, Von der Layen, con Kaja Kallas, representante de la UE para Asuntos Exteriores

En estos días de euforia bélica, existe una lógica perplejidad de la población por el hecho de que la guerra haya pasado de ser el peor mal, uno que tiene que evitarse a toda costa, a un posible mal menor en un contexto internacional inestable que escapa a la comprensión de la mayoría. Este recién nacido diario estudiantil no tiene, ni mucho menos, el privilegio de comprender ese contexto internacional. No obstante, es muy probable que ni los tertulianos ni los redactores que instan a prepararse para un escenario bélico en apariencia inminente lo comprendan tampoco. Por tanto, es legítimo, sin que eso arrogue ninguna superioridad ni intelectual ni moral, sostener una postura con los argumentos a nuestro alcance porque nuestro futuro depende de ello. Esa postura es la paz. El rearme no conduce a la paz, y para exponerles nuestra humilde posición en este momento histórico de zozobra hemos decidido redactar este breve manifiesto compuesto de 10 ideas. 

El energúmeno presidente de los EEUU, Donald Trump, dialoga amistosamente con Mark Rutte, histérico mayor del reino y Secretario General de la OTAN, el día 13 de marzo de 2025, fecha de publicación de este manifiesto. Fotografía: Reuters
  1. El orden global surgido de la Segunda Guerra Mundial, como se expuso en el anterior editorial, es un orden global imperialista. Tras vencer a la Unión Soviética, Estados Unidos ha pretendido ser el único imperio sobre la tierra, y en ese afán ha comprometido la supervivencia como potencia de Rusia y ha iniciado una guerra comercial, pero también de alianzas geopolíticas, contra China. En este contexto imperialista, Ucrania es una nación codiciada tanto por Estados Unidos como por Rusia. En el caso de los norteamericanos, Ucrania supone una fuente de materias primas para la industria tecnológica y una oportunidad para alejar a Europa de Rusia mientras esta pretenda mirar de igual a igual a Estados Unidos. En el lado opuesto, el Kremlin ve en la posibilidad de una Ucrania otanista una amenaza existencial a su condición de potencia de primer orden. Esta visión rusa era conocida y fue advertida tras el rechazo a adherir a la OTAN a Ucrania y Georgia en la Cumbre de Bucarest de 2008. Entonces, William Burns, embajador estadounidense en Rusia entre 2005 y 2008, lo advirtió. Aún así, Estados Unidos colaboró en el golpe de estado en Ucrania de 2014. La actitud imperialista de Rusia la ha llevado a cometer una injustificable invasión, sin embargo esto no exime de responsabilidad a la otra potencia que instigó el conflicto con fines también imperialistas. Además, esos mismos fines imperialistas transatlánticos frenaron un acuerdo de paz en abril de 2022. En definitiva, si no hay un cambio hacia un orden mundial justo, Ucrania está condenada o a ser un puente entre Rusia y Estados Unidos o a ser el ariete de una de esas potencias contra la otra. 
  2. En esa tragedia anunciada, la Unión Europea pretendía ser la puerta de entrada de Ucrania al espacio de la OTAN. Los países de la Unión llevan desde su incorporación a la misma alineados con los intereses de los Estados Unidos, con alguna excepción como la de la Francia de De Gaulle. La Europa “libre” debía mirar hacia el atlántico, y olvidarse de todo lo que se extiende a su este y hasta los Urales. Esto ha permitido a los Estados Unidos expandir su presencia militar en Europa; hacer que sus fondos de inversión sean parte del poder económico de los países europeos, con propiedades inmobiliarias, agrarias o industriales; y rentabilizar su industria armamentística con constantes compras por parte de Europa. Tan solo en los últimos 10 años, el porcentaje de armas compradas a EEUU por Europa ha subido del 35% al 55%. Hoy, la Unión Europea está forzada a integrar a Reino Unido dentro de su plan de rearme porque la perspectiva geopolítica es la que históricamente ha tenido el mundo anglosajón: Europa mira hacia el atlántico para aislar a Rusia, la eterna amenaza a su hegemonía. Esto hará que las relaciones entre la Unión Europea y Rusia se decidan en reuniones bilaterales entre Washington y Moscú. Aunque Europa quisiera reorientar su mirada hacia sí misma, su dependencia y debilidad económica no se lo permite a no ser que haya un cambio radical de sistema, que luce hoy improbable. En definitiva, EEUU aprieta la soga con la que tiene atada a Europa y la separa de Rusia mientras abre relaciones bilaterales con el Kremlin para su propio interés geopolítico —tal vez el de separar a Rusia de China—. 
  3. Pero, ¿no es el rearme una forma de independizar a Europa de los Estados Unidos? El discurso que justifica el rearme se articula sobre dos argumentos. En primer lugar, una amenaza existencial por parte de Rusia que se tratará más adelante. En segundo lugar, una urgencia en la búsqueda de nuevos liderazgos para el bloque occidental frente al de Trump. Sin embargo, este último argumento es solo retórica que, además, en los países del antiguo bloque soviético ni siquiera se utiliza. Aunque se proyecte una imagen anti-trumpista, los jefes de estado europeos son conscientes de que su aparato militar tanto presente como el que está por comprar depende para su mantenimiento de tecnología estadounidense, y representa una gran hipocresía decir que cumplir con el aumento del gasto militar reclamado por Trump es ir contra Trump. En suma, Zelenski, tras sufrir una humillación en la Casa Blanca, ha tenido que tragarse el orgullo y aceptar las condiciones de los Estados Unidos para un alto al fuego que, al momento de escribir este manifiesto, está pendiente de la respuesta rusa. Por si esto fuera poco, como arriba se dijo, al este de la Unión Europea este argumento ni se ha utilizado. Por ejemplo, el ministro de Asuntos Exteriores de Polonia, Radosław Sikorski, escribió una columna en el New York Times diciendo que “Europa había recibido el mensaje de Trump” y agradeciéndole la presión para aumentar el presupuesto militar no ya hasta el 2% del PIB, sino hasta el 5%. En definitiva, el rearme no dará a Europa “autonomía estratégica” frente a los Estados Unidos, sino que, por la dependencia económica y de mantenimiento del armamento, la hará más dependiente aún, como busca desde tiempo inmemoriales EEUU exigiendo la subida del gasto militar. 
  4. Las consecuencias del rearme trascienden al escenario bélico ucraniano, ya que la pedagogía para justificar la guerra es, a su vez, una pedagogía de justificación de la OTAN, la UE, el Euro, la austeridad social, y otras tantas posiciones que se pretende convertir en incuestionables, en dogmas de fe. El miércoles día 12 de marzo, compareció en el Congreso de los Diputados el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, argumentando a favor del rearme que conllevaría la unidad de los ciudadanos europeos en defensa de los valores de paz, democracia y justicia social. Eduardo Inda y Jiménez Losantos, agitadores mediáticos de la ultraderecha otanista, pueden discrepar en que se deba defender la justicia social, pero en el resto del discurso coinciden. La Sexta hizo una encuesta en cuya pregunta se inducía la respuesta para decir que una mayoría de españoles apoyaría en envío de tropas a Ucrania y en sus tertulias, con realmente pocas honrosas excepciones, el consenso por la euforia bélica es total. Es decir, tanto la extrema derecha otanista como cierta “izquierda” mediática y parlamentaria están estableciendo un nuevo consenso con la intención de estrechar el círculo ideológico admisible y excluir de él a todo imperialismo. Desean, en definitiva, hacer que la posición, por poner un ejemplo entre muchos, del “NO A LA OTAN” suene igual que decir “ojalá vuelva el Antiguo Régimen”, una opinión excluida del círculo ideológico socialmente considerado como racional. 
  5. ¿Por qué motivo se pretende estrechar el círculo ideológico admisible? Porque la OTAN, la UE o el Euro significan mucho más que un nombre, significan el aumento de la desigualdad entre clases, y hay que protegerse de la reacción de los que no salimos beneficiados de ello. Hemos nacido con la idea de vivir en países democráticos donde el Estado no es una amenaza, sino un garante de nuestra seguridad. Sin embargo, hoy las corporaciones de la globalización han elegido la inestabilidad como arma para forzar a los gobiernos a alinearse con sus intereses. Por ese motivo, se promueve a la extrema derecha como la única alternativa contra el statu quo y al extremo centro como única alternativa contra la extrema derecha. En esa operación, la desconfianza en el estado decrece o bien por la amenaza ultraderechista o bien por los gobiernos de las élites globalistas. Junto a esto, la ruptura del derecho internacional y la exaltación de la violencia a través del militarismo, han hecho que el estado se convierta en una amenaza y en un agente represor a cara descubierta. EEUU realiza deportaciones políticas contra propalestinos, Alemania reprime también a los propalestinos y pone en riesgo la seguridad de Francesca Albanese —relatora de la ONU para los territorios palestinos ocupados—, en Grecia son detenidas más de 100 personas en manifestaciones y 50 son heridas por la policía, se realizan redadas preventivas contra población inmigrante en Portugal, en España el sindicalismo sufre condenas judiciales que en ocasiones alcanzan la prisión, en Rumanía se anulan unas elecciones a causa de que el ganador no está alineado con los intereses de la OTAN y así, por desgracia, se pueden seguir poniendo ejemplos. Por otro lado, el Euro y la UE suponen una política económica de austeridad social y recortes. El propio Mark Rutte, histérico mayor del reino y secretario general de la OTAN, en su etapa como primer ministro de los Países Bajos recortó el gasto en educación, sanidad y cultura, retrasó la edad de jubilación a 67 años, redujo la prestación por desempleo y congeló el salario de los funcionarios. En una conferencia conjunta con Pedro Sánchez, el primer ministro finés Petteri Orpo ha confesado haber recortado “de forma dramática” el gasto social para aumentar el gasto en defensa. Desde luego para Macron ha sido muy conveniente este contexto prebélico para restar importancia al aumento de la edad de jubilación, que tanta conflictividad social está llevando a Francia. En definitiva, un contexto bélico y de culto a la violencia es un recurso del capital que da legitimidad al Estado para practicar la represión y la violación del derecho propio e internacional ante nuestros ojos, así como ralentizar o recortar en políticas sociales a causa de una “amenaza existencial”. Antes de que se dispare la primera bala, la guerra ya la han perdido las clases trabajadoras. 
  6. ¿Qué va a forzar esa reducción del gasto social? Como se dijo antes, Trump ahora ha aumentado la presión sobre los estados europeos para que estos incrementen su gasto militar. En España eso supone pasar de un gasto de 19.723 millones de euros a 36.000 millones de euros después de que entre 2014 y 2024 ya haya crecido un 113% el gasto directo en defensa. Este cambio en la política presupuestaria parece que se hará, por declaraciones del propio Pedro Sánchez, sin pasar por el congreso, utilizando recovecos legales que permitan omitir la aprobación de unos presupuestos. Es decir, Pedro Sánchez va a ignorar los procesos de la democracia liberal para imponer el nuevo consenso bélico. En el afán por financiar ese incremento del gasto militar, el Gobierno podrá justificar tanto un aumento de la deuda como recortes en gasto social. Ambas posibilidades son peligrosas. Por un lado la deuda pública es una forma de coerción y expolio de la soberanía, ya que puede ser utilizado contra España si esta no está alineada con los intereses de sus acreedores. Por otro lado, el recorte en gasto social conllevará mayor descontento con la política y, por tanto, un ambiente de desconfianza política que puede ser capitalizado por la extrema derecha. Esta extrema derecha tendría a su disposición los recursos represivos que hoy se utilizan alegremente con la excusa del contexto internacional. En definitiva, la euforia bélica va de la mano del desmantelamiento de lo que queda del Estado del bienestar para financiar el aumento en gasto militar exigido por los EEUU. 
  7. ¿Cómo se pretende que la población europea asuma esa política de austeridad social y derroche militar? La amenaza existencial es una distracción para afianzar un capitalismo basado en la inestabilidad de las naciones y la desaparición de la democracia liberal. Comprender, que no es lo mismo que justificar, las razones por las que Rusia invadió Ucrania en 2014 y, a mayor escala, en 2022, nos deja al descubierto el terrorismo informativo desde el poder mediático y político. Esta desinformación ha asentado en la mentalidad colectiva lo que Carl Schmitt llamó la lógica del enemigo. Esta lógica consiste en la deshumanización del contrario hasta convertirlo en una cuestión de destruir o ser destruidos. Esto quedó claro con las declaraciones de Mark Rutte, quien afirmó que “si no lo hacen [el rearme], tomen un curso de ruso o vayan a Nueva Zelanda” —¿entienden ya por qué es el histérico mayor del reino?—. Sin embargo, la realidad es muy distinta. Los intereses de Rusia en Ucrania son concretos. Cabe preguntarse si, de verdad, un ejército que, aunque ganando la guerra, está teniendo problemas para avanzar en Ucrania, es capaz y tiene la voluntad de arrasar Europa hasta acabar con Putin yendo de tapas en las playas de Cádiz. Esta idea es irreal, y sería un suicidio para Putin. Por el contrario, el rearme coloca a Europa en una actitud amenazante. Si es solo para disuasión, ¿qué ocurrirá después de adquirir las armas? ¿Esperaremos a que sean obsoletas? ¿Conviviremos con Rusia en una constante tensión militarista? No es lo que se pretende, sino que se normalice, en nombre de la paz y la democracia, una Europa con una economía de guerra, débil en industria, en política exterior y en soberanía que, como ya se ha dicho, no aumenta ni se afianza con el rearme. Otra posibilidad, es que se pretenda inclinar al electorado europeo hacia una ultraderecha autoritaria como única forma de paz. En definitiva, las clases dominantes necesitan acumular más recursos a costa de las clases humildes para mantener una hegemonía decadente, y en la crisis de esa hegemonía renace la idea de una amenaza existencial que debe forzar a los dominados a aceptar medidas antisociales, expolios, y una reconfiguración atroz de la asignación de recursos entre las élites.
  8. El exministro de finanzas griego Yanis Varoufakis ha señalado que la consecuencia de lo anterior será un marco discursivo de violencia normalizada donde impere la ley del más fuerte. El hecho de que ni la Unión Europea ni algunos presidentes como Pedro Sánchez utilicen las vías democráticas para comprometer el futuro de la ciudadanía, deslegitima desde el punto de vista democrático al rearme. Esto generará un lógico descontento en la población que será capitalizado por la única voz discordante con capacidad mediática en Europa, la extrema derecha. Esto ya se está produciendo con Orbán, quien luce como única resistencia a la euforia bélica: parece que se quiere colocar al votante europeo ante la disyuntiva de “o guerra o ultraderecha”. En definitiva, la austeridad provocará mayor marginalidad social, que a su vez provocará mayor conflictividad social, por lo que en un contexto de rearme y de crisis de legitimidad de las instituciones será utilizado por el rostro más salvaje de la clase dominante para militarizar los territorios nacionales y hacerlos, por tanto, más autoritarios. 
  9. Por añadidura a la idea 8, Europa se ha deslegitimado, sola y por presión de los EEUU, para abanderarse de la democracia y la paz frente a nadie. Desde el 7 de octubre de 2023 Europa es cómplice de un genocidio en Palestina. Margarita Robles, potencial ministra de la Guerra de España, ha adjudicado contratos públicos a la empresa Elbit System, que es proveedora del 85% del armamento israelí. Pero no es solo el ejemplo Palestino. Desde que se inició la invasión rusa de Ucrania, Europa ha buscado nuevas vías para importar gas, estableciendo un estrecho vínculo comercial con la dictadura de Azerbaiyán. Este régimen está cometiendo ante el silencio de los medios una limpieza étnica de armenios en la región del Alto Karabaj, territorio que invadió en estos últimos años sin que nadie armara a Armenia para defenderse. De forma flagrante y reciente, la Unión Europea ha apoyado de forma explícita el nuevo régimen islamista de Siria que ha masacrado a alrededor de 1000 civiles de la minoría alauita. Por si esto fuera poco, el ministro Albares ha dicho en el Congreso que la UE deberá rearmarse junto con aliados que defiendan los mismos valores, incluyendo entre estos a Turquía, un país cuya deriva autoritaria con Erdogan es similar a la de Putin en Rusia. En definitiva, el Rey queda, tras todo lo anterior, al desnudo; defensor de ningún valor más que el de su propio interés. El rearme no nos independiza de EEUU, no nos libra de una amenaza existencial porque esta no existe, ni nos hace defensores dignos de unos valores. ¿Cuál es la función, entonces, del rearme? Afianzar el necrocapitalismo. 
  10. Dominique de Villepin, ministro de Asuntos Exteriores de Francia cuando se produjo la Guerra de Irak en 2003, ha señalado que el rearme no conduce hacia la paz sino hacia la confrontación total –como se ha argumentado aquí anteriormente– y hacia una mundialización de la guerra, es decir, hacia un escenario internacional marcado por una guerra informativa, otra política y otra identitaria. Las consecuencias de esas confrontaciones es el nuevo sustento del sistema sobre la expropiación de territorios ajenos, la expulsión –como Trump, aliado de Europa, pretende hacer con el pueblo palestino–, la destrucción y la violencia. En definitiva, un paradigma mundial militar en el que una guerra a gran escala solo sea la última de una serie interminable de conflictos requeridos por un sistema basado en el expolio y la extracción de recursos ajenos, es decir, el necrocapitalismo, que por definición requiere de un sistema político autoritario. Hagámonos la siguiente pregunta, ¿la carrera armamentística previa a la Primera Guerra Mundial trajo la paz?
El ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel Albares, junto con el islamista y dictador sirio Al Golani, cuyas tropas asesinaron a 1300 sirios de la minoría alauita sin que eso hiciera peligrar el apoyo europeo.

En conclusión, el rearme, lejos de asegurarnos la paz, nos sitúa cerca de un conflicto bélico a gran escala en el que nuestro bando no será, ni mucho menos, el defensor de unos valores nobles. En el mejor de los casos, ese futuro bélico comprometerá nuestro futuro en tanto que traerá pobreza y una deuda pública impagable como mecanismo de extorsión a nuestras decisiones soberanas. En el peor de los casos, el necrocapitalismo se asentará como sistema a partir de gobiernos cada vez más autoritarios y militarizados —tanto de extrema derecha como de extremo centro— que en nombre de una amenaza existencial a nuestra identidad como pueblo nos mandarán a los jóvenes al frente. Lo que terminaría con nosotros volviendo con heridas físicas y mentales irreparables o en ataúdes. Mientras eso suceda, una economía de guerra acelerará la concentración de propiedad que necesitan las élites en crisis para reforzar su posición. Pueden parecer una suposiciones exageradas, pero el primer paso para un cambio de régimen es un cambio discursivo, que se está produciendo ahora. Mientras que las clases dominadas asimilan ese cambio discursivo, están se encuentran perplejas, con una situación de incomprensión de todo aquello que escaba de su realidad cotidiana. La realidad cotidiana empeora, pero ya no se sabe de quién es la culpa por la complejidad y la rapidez de los sucesos. Esa es la verdadera situación de adormecimiento, en el que el discurso justifica las acciones del poder invisible y la oposición a esta se concentra en un agente de ese mismo poder invisible, un poder que juega con nuestros sistemas políticos para afianzar su posición en el sistema económico. Por tanto, señalar tanto el fraude del rearme como la falsa alternativa ultraderechista es una responsabilidad histórica. Si es verdad que la soberanía nacional reside en el pueblo, tenemos el derecho de exigir que no se nos ignore, que no se nos trate como peones en el tablero de ajedrez de las élites, que no se nos deshumanice ni se nos condene a la muerte en el campo de batalla. Si tiran de la cuerda hacia el autoritarismo y al violencia, debemos tirar hacia la democracia real, la emancipación y la paz.

Por Agitatio

PERIÓDICO DIGITAL DE LÁPIZ ROJO.

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